Trastorno de Conducta en niños y adolescentes: ¿Ignorarlas o enfrentarlas?

Trastorno de Conducta en niños y adolescentes: «¡Conductas disruptivas en la infancia y adolescencia: ¿Ignorarlas o enfrentarlas?»

Samuel Rodríguez Muñoz
Psicopedagogo Clínico-Psicoterapeuta
No. Col 837

En el tumultuoso mundo del desarrollo psicológico de la infancia y la adolescencia, existe un trastorno que genera gran preocupación tanto en el ámbito escolar como en el hogar: Trastorno de Conducta en niños y adolescentes. En este artículo, exploraremos en profundidad este trastorno, sus características, consejos para el ámbito escolar, orientaciones para la familia, indicadores de riesgo y las emociones que surgen al convivir con jóvenes afectados por este trastorno.

Tengo la certeza de que las conductas disruptivas en la infancia y adolescencia deben ser enfrentadas y no ignoradas.

Es un tema de vital importancia en la crianza y educación de los jóvenes. Ignorar o minimizar estas conductas puede tener consecuencias negativas tanto para los individuos/as como para la sociedad en general.

En primer lugar, las conductas disruptivas pueden ser señales de que algo no está bien en la vida de los/as jóvenes. Pueden ser manifestaciones de frustración, estrés, problemas emocionales o dificultades en la comunicación. Por mi experiencia en clínica infanto-juvenil ignorar estas conductas solo perpetúa el problema, impidiendo que los/as jóvenes encuentren soluciones adecuadas y saludables.

En segundo lugar, las conductas disruptivas siempre afectan significativamente la convivencia en el entorno familiar, escolar y social. Generan conflictos, tensiones y hacer que otros miembros de la comunidad se sientan incómodos o inseguros.

Enfrentar estas conductas de manera adecuada puede ayudar a establecer límites claros, fomentar el respeto mutuo y promover una convivencia saludable.

Enfrentar las conductas disruptivas brinda la oportunidad de brindar apoyo y orientación a los niños/as, adolescentes y familias. Al abordar estos comportamientos de manera constructiva, se les enseña habilidades sociales, emocionales y de resolución de problemas que les serán útiles a lo largo de su vida.

También se les brinda la oportunidad de reflexionar sobre sus acciones y comprender las consecuencias de las mismas.

Por otro lado, ignorar las conductas disruptivas puede enviar un mensaje equivocado a los/as jóvenes. Pueden interpretar que sus acciones no tienen repercusiones o que no se les toma en serio. Esto puede llevar a un aumento de dichas conductas y al desarrollo de problemas aún más graves en el futuro.

CARACTERIZACIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA

El Trastorno de Conducta en la Infancia y la Adolescencia se caracteriza por un patrón persistente de comportamientos desafiantes, agresivos y antisociales. Estos comportamientos pueden manifestarse en distintos contextos, como en la escuela, en casa o en la comunidad.

Características del Trastorno de Conducta:

  • Agresividad física o verbal hacia otras personas o animales.
  • Desobediencia persistente a figuras de autoridad.
  • Engaño y falta de remordimiento ante comportamientos incorrectos.
  • Violación de las normas sociales y legales.
  • Baja tolerancia a la frustración y dificultades para controlar el temperamento.
  • Falta de empatía hacia los demás.

Indicadores de riesgo del Trastorno de Conducta:

  • Actos de violencia o agresión hacia personas o animales.
  • Ausencia de empatía y remordimiento.
  • Comportamientos conflictivos persistentes.
  • Rechazo o falta de habilidades sociales adecuadas.
  • Rechazo o falta de cumplimiento de las normas sociales y legales.

Trastorno de la conducta y funciones cognitivas

Desde un enfoque neuropsicológico, el Trastorno de Conducta en la Infancia y Adolescencia (TC) se entiende como una condición que resulta de la interacción compleja entre factores ambientales, genéticos y neurológicos. Se ha demostrado que hay disfunciones en diversas áreas cerebrales que contribuyen a la manifestación de este trastorno y pueden explicar ciertos comportamientos problemáticos.

En el Trastorno de Conducta en la Infancia y Adolescencia (TC), existe una evidencia creciente de que algunas funciones cognitivas están alteradas en comparación con el desarrollo típico. Estas alteraciones pueden influir en la manifestación y el mantenimiento de los comportamientos desafiantes y disruptivos.

Una de las funciones cognitivas más destacadas en el TC es la inhibición de
respuestas impulsivas.

Los individuos con este trastorno pueden tener dificultades para controlar sus impulsos, lo que se manifiesta en comportamientos impulsivos, agresivos o disruptivos. Esta falta de inhibición puede estar relacionada con un funcionamiento alterado en áreas del cerebro involucradas en la regulación del control inhibitorio, como la corteza prefrontal y el sistema de recompensa.

Además, se ha observado que los individuos/as con TC pueden presentar
dificultades en la flexibilidad cognitiva. Esto se refiere a la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas, cambiar de estrategias y ajustar el comportamiento según la demanda del contexto. La inflexibilidad cognitiva puede dificultar la adaptación a las normas sociales y el manejo de situaciones conflictivas.

Otra función cognitiva afectada en el TC es la teoría de la mente, que se refiere a la capacidad de comprender y atribuir estados mentales a uno mismo y a los demás.

Los individuos con TC pueden tener dificultades para ponerse en el lugar de los otros, comprender las intenciones y perspectivas de los demás, y anticipar las consecuencias de sus acciones en las relaciones sociales.

Es importante señalar que estas alteraciones cognitivas no son determinantes del TC y no se presentan en todos los casos. Sin embargo, comprender cómo funcionan estas funciones cognitivas alteradas puede ayudar a diseñar estrategias de intervención más efectivas, que se enfoquen tanto en modificar los comportamientos desafiantes como en potenciar el desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales.

EL PELIGRO DE NO TRATAR

El peligro de no tratar a tiempo el Trastorno de Conducta en la Infancia y
Adolescencia (TC) es un tema de gran importancia y relevancia. Como hemos visto este trastorno se caracteriza por patrones persistentes de comportamientos desafiantes, agresivos y violaciones de normas sociales, lo que puede tener consecuencias negativas en la vida del niño o adolescente y en su entorno. Si no se aborda de manera adecuada, el TC puede tener un impacto significativo en diversas áreas:

1. Funcionamiento académico

Los problemas de conducta pueden distraer al estudiante y dificultar su capacidad para concentrarse y aprender. Como resultado, su rendimiento académico puede verse afectado, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en su éxito educativo.

2. Relaciones interpersonales:

Los comportamientos disruptivos del niño o adolescente pueden generar conflictos con sus pares, familiares y docentes. Esto puede dificultar la construcción de relaciones saludables y el desarrollo de habilidades sociales adecuadas, lo que lleva a un mayor aislamiento y dificultad en el establecimiento de relaciones significativas.

3. Riesgo de conductas antisociales:

Se ha encontrado una fuerte correlación entre el TC y conductas antisociales en la adultez, como el consumo de sustancias, delincuencia y problemas legales. Sin una intervención temprana y adecuada, existe un riesgo mayor de que estos comportamientos persistan y se intensifiquen a lo largo de la vida.

El Trastorno de Conducta en niños y adolescentes requiere una intervención temprana y efectiva para prevenir consecuencias.

ORIENTACIONES Y CONSEJOS PARA CONVIVIR/TRATAR EL TRASTORNO DE CONDUCTA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

El peligro de no tratar a tiempo el Trastorno de Conducta en la Infancia y
Adolescencia (TC) es un tema de gran importancia y relevancia. Como hemos visto este trastorno se caracteriza por patrones persistentes de comportamientos desafiantes, agresivos y violaciones de normas sociales, lo que puede tener consecuencias negativas en la vida del niño o adolescente y en su entorno. Si no se aborda de manera adecuada, el TC puede tener un impacto significativo en diversas áreas:

Contexto familiar:
  • Establecer una comunicación abierta y sincera con el niño o adolescente. Es crucial mantener una comunicación abierta y honesta con el niño o adolescente, fomentando un entorno donde se sienta seguro para expresar sus emociones y preocupaciones.
  • Implementar rutinas y horarios regulares para promover un ambiente estructurado en casa.
  • Establecer límites claros y coherentes, sin recurrir a la violencia física o verbal. Es importante establecer límites y normas familiares coherentes, garantizando consecuencias adecuadas y consistentes para comportamientos inapropiados, así como reforzando y premiando los comportamientos positivos.
  • Buscar apoyo en grupos de ayuda y profesionales de la salud mental.
    Para la familia. El apoyo de profesionales, como psicólogos o terapeutas especializados en el TC, puede proporcionar estrategias y técnicas eficaces para manejar los desafíos específicos del trastorno y brindar apoyo emocional tanto al niño o adolescente como a la familia.
Contexto escolar:
  • Detección temprana: Si se observan señales de comportamientos disruptivos persistentes, es importante que los profesores estén capacitados para identificar y reportar estos casos a los profesionales competentes.
  • Apoyo educativo individualizado: Los/as alumnos/as con TC pueden beneficiarse de un plan de intervención individualizado que aborde sus necesidades específicas, estableciendo metas realistas y adaptando estrategias de enseñanza.
  • Promoción de habilidades socioemocionales: Proporcionar oportunidades de aprendizaje para el desarrollo de habilidades socioemocionales, como la regulación emocional, la empatía y la resolución de conflictos, puede ayudar al/la alumno/a con TC a mejorar sus relaciones interpersonales y reducir comportamientos disruptivos.
  • Implementar un entorno estructurado y predecible. Establecer límites claros y consecuencias definidas para las conductas inapropiadas.
  • Fomentar el refuerzo positivo y reconocimiento por comportamientos adecuados.
  • Trabajar en colaboración con el equipo de profesionales (psicólogos, orientadores, etc.) para diseñar estrategias de intervención.

Contextos de intervención en caso de trastorno de Conducta en niños y adolescentes de intensidad severa-grave

Si el trastorno de la conducta es severo y presenta un riesgo para el joven o para los demás, es posible que se considere el internamiento en un entorno más estructurado y supervisado, como un hospital o un centro de tratamiento residencial. Estas instituciones brindan un ambiente seguro y controlado, donde se implementa una combinación de terapia individual, grupal y familiar, así como actividades educativas y recreativas. Existen diferentes modalidades según gravedad del caso. Unidades de estancia media con pernocta en casa (Hospitales de día, Unidades médico-educativas…). Centros terapéutico-rurales con pernocta incluida. Unidades de crisis para adolescentes (UCA), etc..

Además del internamiento, existen otros recursos educativos terapéuticos ambulatorios para el tratamiento del trastorno de la conducta, como:
1. Terapia individual:

Un psicólogo o terapeuta trabaja individualmente con el joven para
abordar los problemas de conducta específicos, explorar las causas subyacentes y desarrollar estrategias de manejo y control de la conducta.

2. Terapia familiar:

En esta modalidad, el enfoque está en mejorar la comunicación y la dinámica familiar, involucrando a los miembros de la familia en el proceso terapéutico. Se trabajan las relaciones y se proporcionan herramientas para manejar de forma más efectiva los conflictos y las conductas disruptivas.

3. Terapia grupal:

Participar en grupos terapéuticos permite al joven interactuar con otros que enfrentan desafíos similares. En estos grupos se fomenta la expresión de sentimientos, se comparten experiencias y se aprenden habilidades sociales y de resolución de problemas.

4. Programas de habilidades sociales:

Estos programas se enfocan en enseñar al joven cómo comunicarse y relacionarse de manera adecuada con los demás, desarrollando habilidades sociales, empatía y control de impulsos.

RESUMEN: Trastorno de Conducta en niños y adolescentes

En resumen, el Trastorno de Conducta en la Infancia y Adolescencia (TC) es un trastorno que se caracteriza por patrones persistentes de comportamientos desafiantes, agresivos y violaciones de las normas sociales.

Desde un enfoque neuropsicológico, se ha encontrado evidencia de alteraciones en algunas funciones cognitivas en comparación con el desarrollo típico.

Es fundamental abordar y tratar el TDCIA de manera oportuna. El peligro de no hacerlo radica en las consecuencias negativas que puede tener en la vida del individuo y en su entorno.

Sin el tratamiento adecuado, estos comportamientos problemáticos pueden intensificarse y llevar a problemas más graves en el futuro, como delincuencia, trastornos mentales y dificultades en el funcionamiento social y académico.

El tratamiento del TDCIA puede incluir una combinación de intervenciones psicoterapéuticas y/o farmacológicas, adaptadas a las necesidades individuales.

Es esencial abordar el problema desde múltiples ámbitos, como el escolar y el familiar. La detección temprana y el tratamiento adecuado ofrecen diversos beneficios.

Ayudan a mejorar el funcionamiento cognitivo, emocional y social del individuo, promoviendo su bienestar general y calidad de vida. Además, facilitan una mejor integración en el entorno escolar y familiar, mejorando la relación con sus pares y su desempeño académico.

RESUMEN: Trastorno de Conducta en niños y adolescentes con SAT Viladecans

En conclusión, el Trastorno de Conducta en la Infancia y Adolescencia es un
trastorno complejo que requiere atención y tratamiento adecuado. No tratarlo a tiempo conlleva riesgos significativos para el individuo y su entorno.

Por lo tanto, es crucial que las familias, educadores y profesionales de la salud trabajen juntos en la detección temprana, evaluación precisa y aplicación de intervenciones efectivas para abordar este trastorno y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.

La certeza de que las conductas disruptivas en la infancia y adolescencia deben ser enfrentadas y no ignoradas es fundamental para promover el bienestar y el desarrollo saludable de los/as niños/as y adolescentes.

Abordar estas conductas de manera adecuada no solo ayuda a resolver los problemas en el presente, sino que también brinda a los/las jóvenes las herramientas necesarias para enfrentar desafíos futuros y convertirse en adultos responsables y respetuosos.

Profesionales en Viladecnas con recorrido y amplia experiencia en dispositivos socioeducativos y de atención a la salud mental del/la adolescente y su familia.

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