«Emociones en llamas: desvelando la realidad de los trastornos afectivos en niños y adolescentes»
Cuando niños/as y adolescentes hablan de su malestar en llamas: Trastornos afectivos en niños y adolescentes
«No puedo dejar de sentirme triste todo el tiempo, aunque no tenga motivo aparente. Siento que nadie me entiende, ni siquiera mis amigos o mi familia. A veces me siento tan agotado/a que no tengo energía para hacer nada. Me siento vacío/a por dentro, como si no tuviera emociones. Mis pensamientos negativos siempre me ganan, no puedo controlarlos.
Nunca me siento lo suficientemente bueno/a, siempre siento que soy un fracaso. No puedo concentrarme en nada, mi mente está constantemente dispersa. Me cuesta mucho dormir, tengo problemas para conciliar el sueño o me despierto durante la noche. No tengo interés en hacer las cosas que solía disfrutar, todo me parece aburrido. Siento que soy una carga para los demás, que no merezco ser amado/a”.
1.- Trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia:
Los trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia pueden ser una experiencia abrumadora tanto para los afectados como para sus familias y entorno educativo. Estas condiciones, que afectan profundamente el estado de ánimo y las emociones de los niños/as y adolescentes, merecen una atención especial debido a su impacto significativo en el desarrollo emocional, la convivencia familiar y el rendimiento académico.
2.- Prevalencia de los trastornos afectivos en niños y adolescentes:
Los trastornos afectivos, como la depresión y el trastorno bipolar, son afecciones comunes en la infancia y la adolescencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que aproximadamente el 5% de los niños y adolescentes en todo el mundo son afectados por la depresión, mientras que el trastorno bipolar afecta alrededor del 2% de esta población (OMS, 2017). Estas cifras alarmantes nos llevan a comprender la importancia de abordar estos trastornos de manera temprana y efectiva.
3.- Algunos de los principales trastornos afectivos que pueden presentarse en la
infancia y la adolescencia:
3.1. Trastorno depresivo:
Se caracteriza por una persistente sensación de tristeza, pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras, cambios en el apetito y el sueño, baja energía y problemas de concentración.
3.2. Trastorno bipolar:
Implica episodios recurrentes de cambios extremos de humor, desde períodos de euforia y alta energía (fase maníaca) hasta períodos de abatimiento y tristeza profunda (fase depresiva). Estos cambios de humor pueden afectar significativamente el funcionamiento diario de la persona.
3.3. Trastorno de ansiedad:
Puede manifestarse como ansiedad generalizada, fobias específicas, trastorno de pánico, trastorno de estrés postraumático u otros trastornos relacionados con la ansiedad. Los síntomas pueden incluir una preocupación constante, miedo intenso, ataques de pánico, pesadillas y evitación de situaciones temidas.
3.4. Trastorno de estrés postraumático:
Puede desarrollarse después de una experiencia traumática, como un accidente grave, abuso sexual, violencia o desastres naturales. Los síntomas incluyen recuerdos o pesadillas recurrentes del evento traumático, evitación de situaciones que lo recuerden, irritabilidad, dificultades para dormir y cambios en la conducta.
3.5. Trastorno de conducta:
Se caracteriza por un patrón persistente de comportamientos agresivos, violación de los derechos de los demás y violación de normas sociales. Los niños o adolescentes con este trastorno pueden mostrar conductas como peleas físicas, crueldad hacia personas o animales, robos y vandalismo.
3.6.- Desorden dismórfico premenstrual.
Esto incluye síntomas depresivos, irritabilidad y tensión antes de la menstruación.
3.7.- Trastorno afectivo inducido por drogas.
Síntomas de depresión que se deben a los efectos de medicamentos u otras formas de tratamiento, al abuso de drogas o a la exposición a toxinas.
4.- Trastornos afectivos. Emoción y funcionamiento neurocognitivo
La relación entre los trastornos afectivos y los neurotransmisores es un tema de estudio en constante evolución en la psicología y la neurociencia. Se ha sugerido que los desequilibrios en ciertos neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, pueden estar asociados con la aparición de trastornos del estado de ánimo. Estas sustancias químicas en el cerebro juegan un papel importante en la regulación del estado de ánimo y las emociones.
Es importante tener en cuenta que los trastornos afectivos son multifactoriales y no se deben únicamente a desequilibrios neuroquímicos. Factores genéticos, ambientales y psicosociales también desempeñan un papel importante en su desarrollo.
5.- Señales de riesgo de los trastornos afectivos en niños y adolescentes:
Identificar las señales de riesgo de los trastornos afectivos en niños y adolescentes es fundamental para intervenir tempranamente y brindarles la ayuda necesaria. A continuación, presentaré algunas señales comunes que podrían indicar la presencia de estos trastornos:
5.1. Cambios abruptos en el estado de ánimo:
Los niños y adolescentes con trastornos afectivos pueden experimentar fluctuaciones extremas en sus emociones, pasando de la euforia a la tristeza sin una razón aparente.
5.3. Aislamiento social:
El niño o adolescente puede alejarse del grupo de amigos, evitar interacciones sociales o mostrar falta de interés en actividades que antes disfrutaba. El aislamiento social puede ser un síntoma de tristeza o depresión.
5.4. Cambios en el rendimiento académico:
Un trastorno afectivo puede afectar el rendimiento escolar. Puede haber una disminución brusca del rendimiento académico, falta de concentración, dificultades para completar tareas o falta de interés en el aprendizaje.
5.5. Problemas de sueño:
Los trastornos afectivos pueden afectar el sueño de los niños y adolescentes. Pueden experimentar dificultades para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes o insomnio.
5.6. Cambios en el apetito:
Los trastornos afectivos pueden influir en los patrones alimentarios. Pueden aparecer cambios significativos, como disminución o aumento del apetito, cambios repentinos en el peso corporal o obsesión por la apariencia física.
6.- Modalidades de crianza y estilos educativos parentales potenciadores de los
trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia:
Existen diversas modalidades de crianza que, en determinadas circunstancias, pueden contribuir a la aparición de trastornos afectivos en niños y adolescentes. Aunque es importante recordar que cada caso es único y puede haber múltiples factores influyentes, a continuación se presentan algunas modalidades de crianza que podrían aumentar el riesgo de estos trastornos:
6.1. Ambiente familiar desfavorable:
Un entorno familiar poco estable o caótico, con altos niveles de conflicto, abuso o negligencia, puede impactar negativamente en el desarrollo emocional de los niños. La falta de apoyo emocional y afectivo dentro del hogar puede generar inseguridad, ansiedad y depresión en los menores.
6.2. Estilo parental autoritario excesivo:
Un estilo de crianza caracterizado por un control excesivo, falta de comunicación y poca flexibilidad puede dar lugar a la represión de las emociones en los niños. Esto puede dificultar su capacidad de expresar y regular sus propios sentimientos, lo cual es esencial para un desarrollo emocional saludable.
6.3. Falta de apego seguro:
La falta de una relación de apego seguro entre los padres y los hijos puede tener consecuencias negativas en el desarrollo emocional de los niños. Un apego seguro proporciona una base sólida para explorar el mundo, desarrollar habilidades sociales y regular las emociones. Si los niños no experimentan ese vínculo seguro, pueden desarrollar problemas emocionales y dificultades en el manejo de las relaciones.
6.4. Exceso de sobreprotección:
Aunque un nivel adecuado de protección es importante, un exceso de sobreprotección por parte de los padres puede impedir que los niños desarrollen habilidades de autonomía y autorregulación emocional. Esto podría hacerlos más vulnerables a trastornos afectivos como la ansiedad y la depresión.
Es importante destacar que estas modalidades de crianza no siempre conducen a trastornos afectivos, ya que cada individuo y contexto es único. Sin embargo, su presencia puede aumentar las probabilidades de su aparición. Además, es fundamental recordar que el abordaje de los trastornos afectivos va más allá de la crianza, y es necesaria una intervención profesional integral que tenga en cuenta tanto los factores ambientales como los biológicos y psicológicos.
7.- Impacto en la convivencia familiar:
Cuando los papás y mamás hablan con las emociones en llamas al ver a su hijo/a:
«Nos sentimos impotentes porque no sabemos qué hacer para ayudarlo/a a sentirse mejor. Notamos que tiene cambios bruscos de humor y eso afecta todo el ambiente familiar. Nos cuestionamos si estamos haciendo algo mal como padres y si podríamos haber prevenido esto. Sentimos que hemos perdido la conexión emocional con nuestro hijo/a, y eso nos entristece mucho. No sabemos cómo ayudar a nuestro hijo/a. Nos preocupa que esté aislándose cada vez más de la familia y los amigos. Nos preocupa mucho la tristeza constante que muestra nuestro hijo/a. No entendemos por qué tiene tan pocas ganas de hacer cosas que antes le gustaban. Nos sentimos frustrados porque no sabemos cómo
ayudarlo/a a superar sus altibajos emocionales. A veces no sabemos cómo lidiar con sus cambios de humor y estalla”.
Los trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia no solo afectan al individuo que los padece, sino que también ejercen una influencia significativa en la dinámica y la estabilidad de la convivencia familiar.
El afectado puede experimentar cambios en su comportamiento, como irritabilidad, aislamiento social y falta de interés en actividades previamente disfrutadas. Estos cambios pueden generar tensiones y conflictos en las relaciones familiares, así como desafíos para los padres al tratar de comprender y manejar las intensas emociones y la fluctuación del estado de ánimo de sus hijos/as.
8.- Impacto en el entorno escolar:
La presencia de trastornos afectivos en niños y adolescentes también tiene un impacto importante en el entorno educativo. Estos trastornos pueden afectar la concentración, el rendimiento académico y la interacción social de los estudiantes. Los jóvenes afectados pueden presentar dificultades para participar activamente en el aula, ausentarse con frecuencia o incluso experimentar dificultades relacionadas con el estrés y la presión académica. Esto puede llevar a una disminución en el logro educativo y una sensación general de desmotivación en el entorno escolar.
9.- Orientaciones para trabajar en la familia con hijos/as afectados por trastornos
afectivos en la infancia y la adolescencia.
- Educa e infórmate: Busca información sobre el trastorno afectivo específico que afecta a tu hijo/a. Cuanto más comprendas, mejor podrás ayudarle.
- Fomenta la comunicación abierta: Crea un entorno seguro y acogedor donde tu hijo/a se sienta cómodo/a compartiendo sus sentimientos y preocupaciones contigo.
- Sé empático/a: Intenta ponerte en el lugar de tu hijo/a y comprender los desafíos y dificultades que enfrenta en su día a día.
- Practica la escucha activa: Presta atención plena a lo que tu hijo/a te dice, intentando comprender sus emociones y necesidades sin juzgar.
- Fomenta un entorno positivo: Celebra los logros y fortalezas de tu hijo/a, y hazle saber que estás orgulloso/a de él/ella.
- Busca apoyo: No dudes en buscar ayuda de profesionales de la salud mental, como psicólogos o terapeutas, que puedan brindar orientación y tratamiento adecuado.
- Cuida de ti mismo/a: Para poder brindar el mejor apoyo a tu hijo/a, es importante que tú también cuides de tu bienestar emocional y físico.
- Sé paciente y comprensivo/a: Los trastornos afectivos pueden llevar tiempo en resolverse y requerirán paciencia y perseverancia de tu parte, así como comprensión hacia tu hijo/a.
10.- Orientaciones generales para ayudar a los maestros cuando tienen niños/as o
adolescentes en su aula afectados por trastornos afectivos en la infancia y la
adolescencia:
Educa sobre los trastornos afectivos:
Asegúrate de comprender los diferentes trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia, como el trastorno depresivo, trastorno bipolar, ansiedad, entre otros. Aprende sobre los síntomas, el tratamiento y cómo afectan a la vida del estudiante.
Comunícate con los padres o tutores:
Mantén una comunicación abierta y constante con los padres o tutores del estudiante para saber cómo está afectando el trastorno a su desempeño académico y qué estrategias de apoyo han funcionado en el pasado.
Establece una rutina estructurada:
Los estudiantes con trastornos afectivos a menudo se benefician de una rutina diaria estructurada y predecible. Establece horarios y expectativas claras para ayudarles a sentirse seguros y estables en el entorno escolar.
Proporciona un entorno de apoyo:
Crea un ambiente de aula seguro y acogedor donde los estudiantes se sientan cómodos expresando sus emociones. Fomenta la empatía y el respeto entre los estudiantes para promover la inclusión social.
Adaptaciones académicas:
Haz las adaptaciones necesarias en el ámbito académico para permitir que el estudiante con trastorno afectivo pueda tener éxito. Esto puede incluir instrucción individualizada, tiempo extendido para realizar tareas o evaluaciones, y retroalimentación regular.
Fomenta la autorregulación emocional:
Enseña estrategias de autorregulación emocional, como técnicas de respiración profunda, ejercicios de relajación y habilidades de comunicación asertiva. Estas habilidades pueden ayudar a los estudiantes a manejar mejor sus emociones y minimizar los episodios de crisis.
Colabora con profesionales de la salud mental:
Trabaja en estrecha colaboración con los profesionales de la salud mental que atienden al estudiante. Comparte información relevante sobre su progreso académico y emocional, y sigue las recomendaciones de los especialistas para brindar un apoyo integral y coherente.
Colabora con profesionales de la salud mental:
Trabaja en estrecha colaboración con los profesionales de la salud mental que atienden al estudiante. Comparte información relevante sobre su progreso académico y emocional, y sigue las recomendaciones de los especialistas para brindar un apoyo integral y coherente.
Promueve la participación de los padres en la educación:
Invita a los padres o tutores a participar en reuniones periódicas para discutir el progreso del estudiante y colaborar en la implementación de estrategias de apoyo tanto en el hogar como en la escuela.
Sensibiliza a los compañeros de clase:
Realiza actividades de sensibilización en el aula para ayudar a los compañeros de clase a comprender mejor los trastornos afectivos y a ser más compasivos y solidarios con sus compañeros.
Sé un modelo de apoyo:
Muestra empatía y comprensión hacia el estudiante afectado por un trastorno afectivo. Sé un modelo de apoyo, fomentando un ambiente inclusivo y libre de estigma en tu aula.
Conclusión:
Los trastornos afectivos en la infancia y la adolescencia son un desafío que merece una atención adecuada. La prevalencia de estos trastornos y su impacto en la convivencia familiar y el entorno escolar subrayan la importancia de brindar una evaluación temprana y un tratamiento adecuado. La conciencia pública y el apoyo de profesionales de la salud mental son fundamentales para abordar estas condiciones de manera efectiva y promover el bienestar emocional de los niños y adolescentes afectados.Como hemos visto los trastornos afectivos en la infancia y adolescencia representan una realidad preocupante que puede afectar de manera significativa la vida familiar y el desempeño académico. La
comprensión de su prevalencia, definición y características es fundamental para abordar y prevenir estos trastornos. La identificación de elementos de riesgo y una mirada crítica hacia la sociedad actual nos ayudarán a comprender mejor su origen. Es importante que las familias y las escuelas trabajen de la mano, implementando recomendaciones y buscando intervenciones terapéuticas adecuadas para promover una salud emocional óptima en niños
y adolescentes. Juntos, podemos enfrentar esta tormenta emocional y brindar un entorno favorable para un desarrollo saludable.
Profesionales en Viladecnas con recorrido y amplia experiencia en dispositivos socioeducativos y de atención a la salud mental del/la adolescente y su familia.
Referencias:
– Organización Mundial de la Salud (2017). Depresión en niños y adolescentes. Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail
– American Psychological Association. (2017). Depressive Disorders. Recuperado de: www.apa.org/topics/depressive-disorders/index
– National Institute of Mental Health. (2021). Child and Adolescent Mental Health.
Recuperado de: www.nimh.nih.gov/health/topics/child-and-adolescent-mental-health
– Bowlby, J. (1982). Attachment and Loss: Retrospect and Prospect. American Journal of Orthopsychiatry, 52(4), 664-678.
– McLeod, S. (2008). Baumrind’s Parenting Styles. Simply Psychology. Recuperado de https://www.simplypsychology.org/baumrind.html
– National Institute of Mental Health. (2019). Childhood and Adolescent Depression. Recuperado de https://www.nimh.nih.gov/health/topics/depression/index.shtml
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